lunes, 22 de abril de 2013

Ruta por La Vera y visita a los cerezos del Jerte.



Sábado 20 de abril, día soleado y con muy buena temperatura, unos 16ºC. A las 8:00 de la mañana quedamos en la plaza de Ibahernando y poco después estábamos en La Cumbre comprando el pan. Decidimos ir por la autovía hasta Almaraz para luego pasar por Casatejada y Saucedilla y coger rumbo a Jaraiz de la Vera.

La primera idea era ir a hacer la ruta por el Valle del Jerte pero a uno de los caminantes le pareció mejor idea hacerla por La Vera, y como nos gusta mucho discutir, ni nos lo pensamos. Aparcamos el coche en Garganta la Olla, nos colgamos la mochila a la espalda y, carretera y manta, hacia el monasterio de Yuste.

Otra vez echamos de menos a dos buenos amigos, Reyes y Jose María que no puedieron venir y a alguna caminante que se quedó con ganas de venir y se arrepintió casi a última hora, pero bueno, otra vez será Isabel.


Garganta la Olla .


 Ya desde el inicio del recorrido empezamos a deleitar todos los sentidos, sobre todo el de la vista .


Y empezamos a ver los primeros cerezos con su bello manto .



 Agua por todas partes .

 Llegamos a la piscina natural donde los bañistas se refrescan en verano en este pueblo tan bonito, Garganta la Olla .


 Nosotros casi nos anticipamos a todos esos bañistas .











La verdad es que es un sitio precioso, el sonido del agua hace que te relajes y no quieras irte del lugar hasta que que nuestro amigo Juán nos baja de las nubes y nos dice que tenemos que seguir nuestra marcha .




 Después de subir una cuestecita la temperatura ambiente y corporal no era ya la misma .





E hicimos un pequeño alto para tomar aliento, hacer unas fotos y deleitarnos con las maravillosas vistas que nos ofrecía el entorno .



 Y reanudamos la marcha hasta alcanzar el mirador de La Serrana .


 Hay un romance dedicado a este personaje .
En Garganta la Olla, siete leguas de Plasencia, habitaba una serrana alta, rubia y sandunguera .
Con vara y media de pecho, cuarta y media de muñeca, con una trenza de pelo que a los zancajos la llega .
A uso de cazadora gasta falda a media pierna, en cintura correa y en el hombro la ballesta.
Cuando tiene gana de agua se baja pa la ribera, cuando tiene gana de hombre se sube a las altas peñas.
Pasa uno, pasan dos, no ha pasado el que ella quiera.
Ha pasado un serranillo con una carga de leña y le agarró de la mano para llevarle a su cueva.
No le lleva por caminos, ni tampoco por vereas, le lleva por altos montes por donde nadie le vea.

 Ya llegaron a la cueva, la mandó cerrar la puerta, y el serrano, muy astuto, la quedó un poco entreabierta.
Al entrar en su escondrijo, vio un montón de calaveras de hombres que había matado aquella terrible fiera.
¡Tu alégrate serranillo, buena noche nos espera! De conejos y perdices le guisó una rica cena.
Bebe, serranillo, bebe aquí de esta calavera, que puede ser que algún día otros de la tuya beban.
Dime, serranillo, dime. ¿Sabes tocar la vihuela? Si señora, si lo sé y el rabel si lo tuviera.
Tú tocarás el rabel; y yo tocaré la vihuela. Pensó dormir al serrano, y el serrano la durmió a ella.
Apenas la vio dormida salió corriendo hacia afuera; pero pronto despertó aquella maldita fiera.
Mucho rato va corriendo sin atrás volver la cabeza pero cuando la volvió como si no la volviera.

 Vió venir a la serrana saltando de piedra en piedra, con una honda en la mano bramando como una fiera.
Puso una piedra en la honda que pesaba arroba y media y con la fuerza que llevaba le ha quitao la montera.
Vuelve serranillo, vuelve, vuelve atrás por la montera, que es de paño rico y fino y no es razón que se pierda.
Si es de paño rico y fino, así se estila en mi tierra; mis padres me comprarán otra, y si no me estoy sin ella.
Por Dios te pido, serrano, que no descubras mi cueva; que si acaso la descubres, puede ser que en ella mueras.

 Tu padre será el caballo, tu made será la yegua y tú serás el potrillo que relinche por la sierra.

Vaya tela con la serrana, como se las gastaba la gachona .





 Seguimos con nuestra marcha, no sin antes detenernos a probar el agua que fresquita nos ofrece la sierra .

Algunos notarían los efectos más tarde .


 Hasta aquí todo cuesta arriba, se hizo menos cuesta con la conversación amena de Juán Cercas (que no calla ni debajo del agua) . Jejeje.


 Ya el camino se hace más llano, pero los pies van notando el castigo del asfalto .


 
Y al salir de una curva, esta preciosa imagen. Carlos V no era tonto.


 En todo el trayecto nos escontramos con infinidad de florecillas.


 Y otra pequeña paradita para esperar a los rezagados y echarnos unas risas. Estos Juanes son la releche .



 A cualquier lado que mires baja un riachuelo .



 Últimos metros antes de llegar al monasterio de Yuste .



¿Sería esta la antigua entrada al recinto del monasterio? .


 Y otro ratito de risas y buen rollo con las chicas de información turística .



 Precioso el monasterio de Yuste .



Por este camino anduvimos unos metros pero una pareja muy simpática no aconsejó no seguir por la dificultad del terreno y porque había zonas con mucho barro y agua .


¡¡¡ALAAAAA!!!!, esto es lo que mejor se nos da, menos mal que llevábamos comida de sobra, yo no sé cuanta gente probó el chorizo de oveja y la patatera. Además, casualidades de la vida, conocimos gente que tenían amigos en común con los Juanes y gente que conocía a viveños.




Pero que bonito está el campo...



Algunos no pudiron resistirse al encanto de estas aguas cristalinas. Todo fue porque traía los pies caldeados de tanto asfalto. Pero que apañao es, llevaba su toalla y todo.




De regreso en Garganta la Olla hicimos un recorrido rápido por algunas de sus calles.


























Sobre las 17:00 horas salimos rumbo a Piornal por una carretera que acojona un poquito, pero merece la pena solo por las vistas que nos ofrece.



Y a partir de aqui ya pasamos al Valle del Jerte para ver el espectáculo del cerezo en flor. Llegamos un poco tarde, ya había muchos cerezos sin flores, pero aun así, los había que estaban en todo su esplendor.










Juán parecía que estaba de camuflaje, es como los camaleones, se adapta al entorno estupendamente, jajajaja.




Y llegamos a Plasencia. El amigo Juán Cercas nos enseñó y explicó donde pasó parte de su adolescencia.



Y por fin llegamos a la plaza donde nos esperaban unos riquísimos helados .


Y aqui dimos por finalizado nuestro día de convivencia, de caminata, de risas y sobretodo de buena compañía, deseando que llegue otro fin de semana para conocer y disfrutar de nuestra tierra.

Antes que se me olvide, Juan Cercas nos ha propuesto una suculenta paella en su casa, no sabemos si ha sido por quedar bien o si hablaba en serio, de todas formas el fin de semana que viene lo veremos.