lunes, 31 de marzo de 2014

Acueducto de las Herrerías en Campillo de Deleitosa

     Domingo, 30 de marzo, nos espera una bonita jornada por las Villuercas, concretamente por Campillo de Deleitosa. 

     Como somos gente de costumbres, como es habitual, hemos quedado en reunirnos en la plaza del pueblo a las 8:30 de la mañana, la temperatura a estas horas y con el cambio de hora recién estrenado, invita a subir las cremalleras de los polares hasta su tope aunque nos empeñemos en seguir tirando más, unos 6ºC; hay nubes, aunque según la predicción meteorológica, no amenaza lluvia, pero por si acaso los chubasqueros van en las mochilas.

    Después de esperar un ratito a los rezagados y sin tener respuesta tras la llamada de teléfono nos disponemos a emprender la marcha en nuestros coches: Juán, Conchi, Jose María, Julio, Berni, Estíbaliz y un servidor (Jose Luís) hacia Campillo de Deleitosa donde nos reuniremos con los amigos de la asociación senderista Michaelus para hacer la ruta del Acueducto de las Herrerías en la garganta de Descuernacabras.



    Campillo de Deleitosa está situado entre la Sierra de Campillo y Sierra la Gallega en las Villuercas-Jara-Ibores. Cuenta con apenas 80 habitantes.

     Los primeros indicios de vida en la zona los hallamos en los alrededores y cueva de las Ferrerías, donde se han descubierto restos prehistóricos, así como también en las colinas del Collado del Fresno, un paraje calizo, se han encontrado varias cuevas.




    Iglesia parroquial de San Sebastián, obra del siglo XVII, aunque con numerosos añadidos posteriores, realizada con mampostería y refuerzos de sillería. De nave única dividida en tres tramos por arcos de medio punto sobre pilares adosados. El presbiterio está cubierto con bóveda de cañón con lunetos, y el altar dispone de bóvedas de paños. La sacristía es de época posterior al resto del conjunto y está coronada con una bóveda de aristas. En el exterior encontramos dos puertas de acceso formadas por arcos de medio punto, una situada a los pies y la otra en el lateral de la epístola. Sobre la fachada se encuentra una pequeña espadaña con dos campanas y sobre ellas otra más pequeña.



     La zona fue poblada por los romanos, aunque no en forma de una gran población estable. Testigo del paso del Imperio por esta zona es la lápida sepulcral de una Senobia que se halla en la puerta del templo actual. Pero la procedencia de Deleitosa debió ser árabe, como demuestran los restos de la fortaleza.



     En Campillo en el paraje de las Huertas del Cojo, se hallaron varios sepulcros tardorromanos, con ajuares cerámicos consistentes en platos y jarras, que hoy se encuentran en el Museo de Cáceres.




    La historia de este pueblo se remonta a un grupo de pastores que tenían sus reses lejos del pueblo de Deleitosa y con el tiempo se fue creando un nuevo pueblo que hoy se conoce como Campillo de Deleitosa. Pertenece al señorío de Deleitosa, ligada a la poderosa familia de los Monroy-Almaraz.


     Momentos previos al inicio de la ruta mientras esperamos a nuestros amigos Michaelus. A Juán le hizo gracia cuando se levantó el flash de mi cámara, le recordó a tiempos de su juventud que ya tiene casi olvidados, jajajaja. (Anda... ¡¡que no es nadie el amigo Juán!!...).



    La población está ligada económicamente a la instalación del paso y contadero que la Mesta poseía en las inmediaciones y a la explotación de una mina de hierro. Las ruinas de aquella explotación son aún visibles parcialmente, en un paraje denominado la Herrería; allí sólo queda parte de la represa y conducción de agua para el martinete de molturación del mineral, mientras el resto de las dependencias, lavaderos y hornos han sido arrastradas por sucesivas avenidas de las aguas.



     Los platos más típicos de esta población son el queso de oveja y cabra, las migas extremeñas, criadillas de la tierra, frite de cabrito, moraga y landrillas de ternera. Destaca el cerdo y sus derivados que forman parte de la dieta extremeña durante todo el año. Los productos obtenidos de la matanza del cerdo como las morcillas o el chorizo acompañan a platos tan típicos como las migas o el cocido de garbanzos.
     La miel, con denominación de origen en las Villuercas y los Ibores, interviene en la elaboración de dulces como los pestiños y la rosca de piñonate.



Todos escuchamos atentamente las explicaciones que nos dan sobre el recorrido que vamos a hacer.







Fuente del Lejío, como la conocen en esta localidad.



Foto de grupo junto a la Fuente del Lejío.


     Iniciamos la marcha sobre las 10:30 de la mañana. Salimos por el camino de Robledollano buscando la subida al puerto de Deleitosa, creo que por el Collado de la Era de las Yuntas.








La verdad es que el día ha salido estupendo e invita a recorrer y admirar la naturaleza.





     A los pocos metros del inicio de la ruta, y debido a la pendiente ascendente que tenemos ante nosotros, nos obliga poco a poco, a despojarnos de parte de la ropa de abrigo.

     A medida que vamos ascendiendo descubrimos la grandiosidad de parte de nuestra Extremadura; Campillo de Deleitosa al fondo y detrás la Sierra Gallega.



     El grupo empieza a estirarse y las conversaciones amigables que traíamos hasta ahora cesan, dando paso a los jadeos y reproches por la cuestecita.

Imposible no pararse a coger aire y sobre todo a admirar el paisaje.




Primer descansito para ver como van los "Trotalindes Viveños".


Seguimos el ascenso tras renovar fuerzas hasta el Chamorro de la Olivilla.




     En el ascenso podemos divisar a lo lejos unas ciervas que, por lo que parece, tienen menos dificultades que nosotros para "agatear" por este empinado terreno.

Una vez coronado el puerto, iniciamos el descenso por una pista forestal hasta llegar a la Garganta.





Las vistas que tenemos ante nosotros de las Villuercas son IMPRESIONANTES.











Nos acercamos a la Garganta de Descuernacabras, bautizada así por el nombre del arroyo que la recorre.




     Variedad en la flora que nos regala estos colores primaverales para la vista y al mismo tiempo algo que aquí no se puede apreciar, la variedad de olores, a jara, a tomillo, a eucalipto, a romero, etc, y a infinidad de sonidos generados por las distintas especies de aves e insectos que habitan esta zona.





     Al fondo la sierra de Juncaldilla. Esta sierra alberga la Cueva de los Canchos de Juan Caldilla en la que aparecieron restos de pinturas rupestres y que fue utilizada en la posguerra civil por numerosas cuadrillas que se refugiaron en la zona.



     Y por fin llegamos a las ruinas de una antigua Herrería utilizada para fundir el hierro. No se sabe a ciencia cierta si el conjunto es de la época romana o de la Edad Media. Junto a las ruinas arranca el canal o acueducto que llevaremos durante los próximos cinco kilómetros aproximadamente y que es el gran atractivo de la ruta.





     Los pocos metros que hay entre la pista que hemos traído hasta ahora y el inicio del canal son un poco angostos, en una palabra, descuernacabras. Creo que alguien debería acondicionar este acceso o buscar una alternativa ya que hace un poco dificultoso y peligroso el acceso para la mayoría de las personas que forman el grupo.






     Foto tomada desde las ruinas de la Herrería. A partir de aquí caminaremos por dentro del canal cuyo cometido era llevar el agua a las pequeñas centrales hidroeléctricas situadas en la Garganta.












     Todo el canal está construido en pizarra y nos da a entender la dificultad en su construcción por lo escarpado del terreno y por la delicadeza y respeto al medio; prácticamente es invisible, se funde perfectamente en el entorno sin alterarlo.


El paisaje que tenemos frente a nosotros es espectacular...

...pero el que dejamos atrás..., es más sorprendente si cabe.









     Sigo pensando que alguien..., debería preocuparse en tener este patrimonio en mejor estado, no solo por la seguridad sino por la conservación de algo que costó tanto esfuerzo y dedicación en construir. No debemos dejar perder algo de una belleza tal, por el abandono.




     Llegamos al punto conocido por el Cancho Quebrado, es el sitio donde se tuvo que cortar la montaña para pasar el canal.





     En el canal nos encontramos varios arcos como este; su cometido no es otro que dar paso a los diferentes riachuelos o regatos a los que el acueducto ha cortado el paso natural.



     Este es el tramo más sorprendente, más bonito y más conocido del canal: Los Arcos del Cauce, o el Acueducto de las Herrerías. Un acueducto en curva para vadear el arroyo por el que pasa, realizado, por completo, en pizarra y ladrillo, y que a día de hoy, luce así de vistoso.


     Aquí descubrimos los restos de una de las pequeñas centrales hidroeléctricas que hay en la Garganta, levantada en 1917, la segunda que se puso en marcha y que estuvo activa hasta 1953 en la zona conocida como El Cabronil, producía 125v. Se construyó después de la original de 1912, más grande, porque la caída del agua era más grande y aumentaba la cantidad de energía.

     Zona de reagrupamiento de personal. Parada para tomar un pequeño tentempié y admirar esta preciosa construcción, y porqué no, para descansar un ratito.













Vaya parejita de tórtolos en la bocana.


     Bonita, ingeniosa, trabajosa, colosal..., infinidad de adjetivos podemos dar, a la forma de sortear el cauce del riachuelo por el que pasa este acueducto.



     Continuamos el recorrido, no me cansaré de decir, que alguien debería tomar cartas en el asunto para la mejora de algunos puntos del trayecto, no solo por quedar más vistoso el canal, sino por motivos de seguridad. Algunos tramos, son toda una aventura para algunos, pero para otros, son un verdadero suplicio.


Al otro lado de la garganta podemos ver ruinas y restos de antiguas explotaciones mineras.














Resulta casi invisible el canal en el entorno de la garganta de Descuernacabras.





     Llegamos al final del canal. Durante varios metros el canal se ensancha hasta llegar a esta especie de poza que surtía de agua a otra de las centrales hidroeléctricas de la garganta.



     Filtro en una de las compuertas que surtía de agua a la central, cuyo cometido era evitar que pasasen de este punto todo tipo de escombros o ramas.













     En este punto nos quedamos atascados, nadie sabía por donde continuar, los compañeros que iban delante no nos dejaron ninguna marca o alguien que esperara al resto para indicar por donde seguir. Tuvimos que esperar a los rezagados para que nos indicaran el camino a seguir; que por cierto, para mi, fue otro de los puntos negros del camino por la dificultad y la falta de acondicionamiento del camino. Gracias a la ayuda del resto de los senderistas, pudimos sortear la bajada, aunque fuese inevitable la caída de algunas personas; menos mal que no hubo lesionados.



     Por fin llegamos a otra de las centrales hidroeléctricas. Esta fue construida en 1912, cinco años antes que la anterior, pero estuvo parada durante 41 años debido a que no estaba terminado el canal que tenía que llevar el agua hasta ella, por el alto coste de construcción del mismo.




     Esta central entró en funcionamiento en 1953 y paró definitivamente en 1969 cuando Iberduero comenzó a suministrar electricidad a 220v.



     A partir de aquí comenzamos el ascenso por un camino, si se le puede llamar así, de cabras, para mi otro punto negro, por la dificultad y peligrosidad del trazado.











     Al fondo el Puente Viejo o Puente del Conde que los vecinos se vieron obligados a construir para poder comunicarse con la vecina localidad de Fresnedoso, tras llevarse el antiguo puente romano una de las crecidas del río.



Antiguo molino de trigo.


Hay tramos en los que algunas personas lo pasaron francamente mal.











Preciosa flor de jara.



Cansados pero contentos, a pesar de la dificultad el balance general ha sido muy positivo.








Sobre las 15:30 entramos a Campillo de Deleitosa por la calle Eras, donde se encuentra el cementerio.

    Una vez que nos hemos despedido de los amigos Michaelus nos dirigimos a Deleitosa para comer, donde muy amablemente nos permiten sacar nuestras tortillas, bocadillos y demás manjares en este bar. Mientras comemos hacemos un pequeño balance de como hemos vivido esta jornada y nos hemos reído recordando algunos momentos de la ruta.

     A nivel personal, la ruta ha sido fantástica, muy recomendable para todo aquel que quiera disfrutar de un entorno inigualable de nuestra tierra extremeña, eso si, reconozco que algunos tramos de la ruta dejan mucho que desear a nivel organizativo y a nivel de accesibilidad. Hay varias zonas que podrían mejorarse un poco, creo que no cuesta tanto, pero lo principal es poner las ganas para hacer esos cambios.

     He disfrutado muchísimo conversando con la gente, ampliando conocimientos, y sobre todo, llenándome de compañerismo, de amistad, de solidaridad..., en fin, esas cosas que hacen que uno se sienta como en familia a pesar de estar rodeado de gente extraña, pero que al fin y al cabo, nos marcan y hacen sentirnos mejores personas.

Gracias a todos por vuestra compañía y por compartir un pedacito de vuestra vida.